Enviado por avdigital el Lun, 11/05/2009
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Fuente: Agenda Viva
Los Líquenes
Fuente: Agenda Viva
Los Líquenes
Seguro que en alguna de nuestras salidas campestres
nos hemos fijado en esas curiosas “manchitas de colores”
que tapizan las rocas, cortezas y otras superficies, naturales o no,
¡parece mentira que eso puedan ser seres vivos!,
así, tan incrustados, ásperos e inertes,
y además, tan poco cambiantes en su aspecto debido a su lentísimo crecimiento.
Pero sí, se trata de una maravilla de la evolución,
un organismo vivo que ha tenido mucho éxito colonizando espacios
donde no crece criatura alguna.
Un liquen es una asociación simbiótica autosuficiente
entre un hongo que le da cobertura, forma y color a unas colonias de algas minúsculas
que viven en su delgado interior
y que realizan la fotosíntesis los días de alta humedad ambiental alimentando a ambos;
de esta manera los líquenes pueden vivir en ambientes
en los que a un hongo o a un alga viviendo de forma separada les sería imposible.
Como no tienen raíces, hojas o flores,
toman el agua y sus nutrientes fundamentalmente a partir de la atmósfera.
Los líquenes tienen una alta tolerancia a circunstancias ambientales desfavorables,
ya que en momentos de desecación, ya sea por el sol o por el viento,
suspenden su actividad, la cual inician al recuperar el agua
a través de la lluvia o del rocío que absorben...
Se encuentran en casi todas partes como ya adelantamos,
tapizando las superficies de las rocas, la corteza de troncos y ramas,
los claros del suelo, los muros de hormigón, las tejas, e incluso el vidrio...,etc.
Prácticamente cubren el 8% de la superficie terrestre
y se calcula que hay en el planeta unas 20.000 especies.
Los líquenes habitan sobre todo en aquellos ecosistemas extremos, es decir,
en los desiertos cálidos y fríos, donde la competencia de las plantas superiores no existe.
Pero también los podemos encontrar en nuestras latitudes sin ningún problema,
siempre aparecen sobre los árboles (epifitos) o bien sobre las cortezas, (corticícolas),
o sobre rocas, (saxícolas), a condición de que haya una cierta iluminación.
Su metabolismo y, por tanto, su crecimiento es muy lento:
algunas especies de alta montaña solo crecen un par de milímetros al año.
El escritor Hans Magnus E., los definió como:
"El más lento telegrama de la tierra".
Posiblemente sea esta la frase que mejor describe
las características que les conceden
sus óptimas condiciones como bioindicadores de la contaminación,
pues su superficie está constantemente abierta al paso de líquidos y gases
durante toda su larga vida.
Aunque los líquenes tienen requerimientos ecológicos mínimos,
como ya dijimos, son muy sensibles a los cambios
que pueden producirse en el ambiente,
ya que no disponen ni de aparato excretor ni de mecanismos de defensa,
ni pueden controlar su contenido de agua,
por lo que son capaces de concentrar y acumular
distintos compuestos (entre ellos también los contaminantes atmosféricos).
Hay que pensar que existen especies
que tienen requerimientos y sensibilidades diferentes.
Nosotros y los líquenes:
El hombre ha alterado la composición de la atmósfera,
principalmente desde los dos últimos siglos,
al verter en ella todo tipo de compuestos contaminantes.
Cada agente químico actúa
sobre los seres vivos y los ecosistemas de una manera característica,
en función a su vez, de la concentración y duración de dicho contaminante.
La observación de la presencia de un ser vivo y su aspecto
puede ser un indicador de la calidad del aire y el entorno,
por eso los líquenes están reconocidos
como los organismos más sensibles frente a los efectos nocivos de la contaminación atmosférica
El empleo de éstos como bioindicadores para detectar la polución tiene una serie de ventajas tales como:
El bajo costo para los científicos que no tienen que usar aparatos de medida sofisticados.
Los resultados rápidos y la posibilidad de proporcionar información precisa del grado de contaminación.
Efectos de la contaminación sobre los líquenes:
Todas las sustancias arrojadas a la atmósfera como: metales pesados, el C02 y dióxidos de azufre y un largo etcétera procedentes de la combustión de carbones y de los derivados del petróleo, de la fabricación de aluminio, de los fosfatos y de otros alteran gravemente a muchas especies.
El S02 es el principal contaminante gaseoso afectando en mayor medida al normal funcionamiento de estos organismos y es también el que se encuentra en mayor concentración y está más extendido. Cada año se vierten en la atmósfera unas 200 Tm como resultado de las actividades humanas.
La respuesta de los líquenes frente al S02, consiste en reducir la superficie de contacto con el agua y en volverse más pequeños e impermeables, afectando a la fotosíntesis y a su respiración.
Además, inhiben la captación de C02 ,alterando la composición de sus células, y perdiendo enseguida la respiración, con la consiguiente muerte.
Clasificación de los líquenes según su forma:
- Líquenes crustáceos, (forma de costra y fuertemente adheridos al sustrato por su cara inferior)
- Líquenes foliáceos, (con forma de hojas o láminas y un borde que se separa bien del sustrato)
- Líquenes fruticulosos, (con forma de arbustos y sujetos al sustrato por un único punto).
Fuente de imagenes:
http://recursostic.educacion.es/ciencias/biosfera/web/alumno/1ESO/clasica/contenidos17.htm
Cómo saber si vivimos en un ambiente sano observando los líquenes
A grandes rasgos:
0, 1 ó 2 especies de líquenes crustáceos como mucho:
aire muy contaminado con riesgo para nuestra salud produciendo asma o alergias.
De 3 a 6 especies:
la contaminación es más llevadera, aunque tenemos que tener cuidado los días de poco viento y más concentración.
Más de 7 especies (sobre todo si son fruticulosos o pilosos):
aire limpio y poco contaminado.
Más de 20 especies, árboles y piedras cuajados de toda clase de líquenes:
aire limpio y puro ideal para nuestros pulmones.
Lógicamente con lo comentado nos daremos cuenta
que cuantas más especies de líquenes diferentes veamos cerca de nuestras casas,
más sano estará el aire que respiramos.
Por desgracia hay sitios en el interior de las grandes urbes
donde no crece prácticamente ninguna especie, o como mucho una o dos.
Esto es algo que nos debería dar que pensar
sobre qué tipo de ciudades estamos creando.
Comentaros que existen líquenes más resistentes que otros,
y que hay un par de especies que habitualmente y por su resistencia
se usan para medir la polución.
Los científicos miden el número de los mismos por metro cuadrado,
su aspecto y su tamaño,
deduciendo con ello la calidad del aire del lugar en que se encuentran.
Algo en que fijarnos a la hora de salir a buscar
es que los líquenes crustáceos que se hallan
pegados firmemente a las paredes como láminas finas
son más resistentes que los pilosos o arbustivos.
Desde luego si encontramos en la zona un árbol o muro cuajado de estos últimos
podemos pensar que vivimos en un entorno poco o nada polucionado,
ideal para nuestra salud.
Resumen:
Teniendo en cuenta la característica de los líquenes
como indicadores de la contaminación
podemos generalizar que: los crustáceos
aparecerán en lugares más contaminados;
los foliáceos en zonas menos contaminadas que los anteriores;
mientras que los fruticulosos y pilosos
son propios de terrenos limpios y sin contaminación.