Durante décadas, la gente se ha deshecho de las cucarachas poniendo cebo mezclado con veneno. Pero a finales de 1980, en una cocina de prueba en un apartamento en Florida, algo salió muy mal.
El veneno dejó de funcionar. Las poblaciones de cucarachas continuaron aumentando. Los desconcertados investigadores probaron y descartaron teoría tras teoría hasta que finalmente dieron con la explicación: en un muy rápido despliegue de cómo funciona la evolución, muchas de las cucarachas perdieron su gusto por el dulce, rechazando el jarabe de maíz destinado a atraerlas.
En tan sólo cinco años, el rasgo de rechazar el azúcar se había extendido tanto que el cebo dejó de funcionar.
"Las cucarachas son muy adaptables, y lo están haciendo muy bien en la carrera armamentista con nosotros", dijo el entomólogo de la Universidad Estatal de Carolina del Norte Jules Silverman, descubridor de la aversión de la glucosa en esa cocina Florida durante una prueba de cebo.
Los resultados ilustran la destreza evolutiva que ha vuelto a las cucarachas tan difíciles de erradicar, tanto que se dice en broma que podían sobrevivir una guerra nuclear.
En un estudio publicado el jueves en la revista Science, Silverman y otros investigadores explicaron el funcionamiento de la mutación genética que dio a algunas cucarachas una ventaja competitiva que les permitió sobrevivir y multiplicarse.
La clave está en ciertas neuronas que envían señales al cerebro acerca de los alimentos.
En las cucarachas normales, la glucosa estimula neuronas que indican al cerebro que hay dulce a la vista. En los insectos mutantes, la glucosa activa neuronas que dicen "¡dulce!" y también las que dicen "¡qué asco!". Las neuronas que envían una señal de "¡qué asco!" amortiguan la señal de las otras, por lo que el cerebro recibe el mensaje de que el sabor es horrible. Esta actividad nerviosa inusual apareció en las cucarachas que odian la glucosa recogidas en Puerto Rico, así como descendientes de los insectos de Florida.
La investigación se centró en la cucaracha alemana, una pequeña clase de insecto que puede entrar a tu casa en la bolsa de los víveres, no tan grande como la cucaracha americana. Estos hábitos alimenticios melindrosos también se han observado en estas cucarachas más pequeñas en el sur de California, Cincinnati, Indiana, Corea del Sur y Rusia. Los científicos ahora están investigando si otros tipos de cucarachas muestran aversión a la glucosa.
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Malcolm Ritter está en Twitter como: http://www.twitter.com/malcolmritter